Ojos de Espectador

     Estamos entrando en la última fase de las competiciones europeas. Ese momento, asociado a las últimas diez jornadas, donde se determinan los títulos, los descensos, los ascensos o las clasificaciones europeas. Un momento donde se distingue a los jugadores de los cracks, donde las piernas tiemblan a los que son figuras con el viento a favor a veces, pero que saca a los jugadores de pundonor, de mentalidad fuerte, a los capitanes del vestuario y no de brazalete.

     Las gabarra se engalana, la playa de la concha respira orgullo, Sierra Nevada luce expectante mientras el Ebro desea correr fluido por Miranda. Si señores ya están aquí las semifinales de la copa del Rey, con cuatro equipos luchando por un puesto de honor en la mejor copa que se recuerda los últimos quince o veinte años, la copa de la pasión.       En el País Vasco tienen un sueño, una final vasca. Real-Athletic... Athletic-Real, parece que los ochenta han vuelto y Arconada o Zubizarreta miran de debajo de los palos como los goles caían en las otras porterías más que en la propia. Sería un sueño rememorar la época más grande del fútbol del norte de España, pero también puede ser una pesadilla. Puede ser una pesadilla ver que el otro se ha clasificado y tu no, o perder una hipotética final contra el eterno rival y que lo recuerde día sí, día también. Todo parece caber en la ecuación, salvo claro está que no están solos.      Los Villanos, de la antigua villa de Miranda del

     ¡Que se enciendan los focos! ¡Qué se pare el mundo! ya esta aquí el clásico. ¿Era eso lo que querían leer? No dramaticemos, al final sólo es un partido de fútbol más y déjenme decirle que es el más descafeinado de los últimos años. Juegan el peor Real Madrid contra el peor FC Barcelona de la última década. Dos equipos a la deriva que no terminan de ser regulares en su juego y que funcionan más a fogonazos porque siguen teniendo a un tal Leo Messi, Tony Kroos, Karim Benzema o Antoine Griezmann.