Esto es el Madrid, esto es la Champions.

El mundo del deporte está lleno de un misticismo especial, y dentro de los diferentes deportes, el fútbol tiene un papel especial. Quizá sea por esa explosión contenida que conlleva el momento del gol, tan esperado, tan difícil. Eso lo diferencia de otros deportes, que siendo espectaculares, las alegrías caen como un torrente de agua que fluye inalterable. En el fútbol es un goteo que termina cuando se derrama el vaso.

Dentro de esa épica hay un equipo que no puede ser comparado con ningún otro en el mundo: el Real Madrid. Y además su historia está escrita en una competición de manera aún más especial: La liga de campeones, antiguamente la copa de Europa. Una competición donde el Real Madrid acumula tantas gestas, que es difícil quedarse con una y donde cualquiera de estas daría para hacer una película de Hollywood. Una de esas en las que en el último suspiro, el protagonista lo logra. Eso es el equipo blanco. Juanito lo resumió en una frase para la historia, después de perder contra el inter 2-0: 90 minuti en el Bernabéu son molto longos.

Por todo esto, resulta aún más increíble si cabe, que teniendo el PSG un mejor equipo, en el papel, teniendo a Achraf, Keylor, Di María, Messi, Neymar, etc... unos por haber estado dentro de ese vestuario y otros por haberlo sufrido, que saben perfectamente lo que es el Real Madrid en liga de campeones, les volvieran a remontar una eliminatoria. Dicho todo esto, comentemos los nombres destacados del partido.

El PSG hasta el 1-1 jugó bien, en especial Mbappé y Verratti. El primero metió tres goles, dos de ellos anulados por fuera de juego. El parisino fue una espada afilada manejada como un bisturí que cortaba finamente donde más dolía en la defensa blanca. Un tren imparable con espacio para atacar. Un partido completísimo del 7. El segundo, el italiano, una garantía moviendo al equipo y en la salida de balón.

El Real Madrid hizo un partido de dos caras. La primera mostró la diferencia que había entre los dos equipos, superado en todo momento en todas las líneas. Pero entonces llegó la reacción. Todo empezó con el cambio y la entrada de Camavinga al terreno de juego. El francés desplegó un repertorio hasta ahora no visto: pases en largo, cambios de sentido, recuperación, conducción. Cambió a un equipo que comenzó a presionar más arriba. Y en esa presión apareció Benzemá, que provocó el error de Donnarumma, el gol, y el miedo en unas caras, las de los jugadores del PSG, que empezaban a comprender las que se les venía encima.

Fue la noche de Benzemá. El galo creyó y marcó los tres goles. Pero también fue la noche de Modric. Es difícil entender el despliegue de un jugador que une la genialidad de la técnica y la tenacidad de alguien que pareciera empezar en esto del fútbol y necesitara ganarse un puesto. En una conducción antológica nació el segundo gol, el estasis del Bernabéu y la tumba del contrario desapareció del partido. Empujado por un ciclón inaguantable que los barrió de un plumazo. Un partido de época y un nuevo fracaso del equipo francés en la Champions league que anoche descubrió que esto es el Madrid, esto es la Champions.

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