Betis, Betis, Betis...

Ayer quedaba configurada la final de la Copa del Rey 2022 con el segundo finalista: Real Betis Balompié. Lo hizo frente a un adversario que plantó cara hasta el final y que estuvo muy cerca de remontar la eliminatoria que el equipo de Manuel Peregrini llevaba con ventaja. Gloria a un Rayo Vallecano, que con Iraola lleva dos temporadas para enmarcar: la primera con el ascenso a primera división y en esta segunda llevándolo a semifinales de copa y teniéndolo muy arriba en la clasificación de La Liga durante toda la temporada.

    Lo cierto es que hablamos de dos de los mejores técnicos, por rendimiento, de la temporada: Iraola y Peregrini, con el permiso de Bordalás, Marcelino e Imanol. Manuel, el ingeniero, lo ha vuelto a hacer. Ya destacaron sus temporadas en Villarreal y Malaga. Vuelve a demostrar el buen hacer del técnico chileno al frente de un club que tenga la paciencia de dejarle trabajar. Sus equipos son muy reconocibles, equilibrados y por un gusto de juego de ataque con extremos, que yo agradezco en el actual fútbol tan encorsetado en demasiadas ocasiones.

    El Betis tuvo alma. No quería dejar escapar una ocasión así, después de años muy duros con descensos y demasiadas decepciones. Joaquín tiene el premio de otra final. El del Puerto de Santamaría va sobrado de ganas y arte en el campo, y fue capaz de pinchar una pelota del cielo y dar un pase en profundidad que conectó Canales y que se encargó El Panda de meter en la red. El Betis demostraba algo que es impagable en los equipos, alma.

    Nos espera una final de choque de trenes, con dos equipos con muchas ganas de ganar. Dos grandes que vienen de naufragios que ahora quieren asomar la cabeza y coger una bocanada de aire en el fútbol de élite. Además está el premio de jugar la actual Supercopa a cuatro, que les dará mayor visibilidad. Dos equipos muy intensos y con las cartas muy marcadas: control con pelota contra control del espacio. España se merecía una final con dos de las mejores aficiones del país, en lo que será una fiesta sin duda. Siéntense señores porque será una final vibrante.

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