Maradona

     Se fue... ¿Se fue el más grande? Demasiadas veces entramos en valoraciones, que en la mayoría de los casos se pierden en la sutileza del gusto de cada persona. Por eso me niego tantas veces en catalogar a Maradona o Pelé o Di Stefano como el mejor de todos los tiempos. Porque cada cual fue el héroe de una generación distinta. Sí tengo clara la lista de los más grandes: Maradona, Pelé, Di Stefano, Zidane, Cruyff, Cristiano Ronaldo, Messi, Casillas, Beckenbauer, etc. Y me niego a quedarme con quien fue mejor: porque los vuelos de Casillas llevaron a España a ganar su mundial, porque Pelé sorprendió a todos con cosas que nadie esperaba, porque Beckenbauer mandaba y organizaba a la vez que defendía, porque Ronaldo se ha exigido a si mismo como nadie, etc... podría seguir y seguir.

    ¿Y dónde metemos a Maradona? ¿fue único? Lo fue. No fue el mejor en todo, porque Messi ha sido más regular, Ronaldo remataba mejor que él con la cabeza, Di Stefano se multiplicaba haciendo jugar a todo el equipo y encima metía y metía goles. Maradona ha sido la fantasía, los efectos especiales y el final que nadie esperaba. No se me va de la cabeza el gol que mete desde el medio del campo después dar tres toques a un balón. No era un partido oficial, lo sé, pero a quién se le hubiera pasado por la cabeza... quizá a Ronaldinho, pero no tuvo el poso de Maradona. Podemos pensar que las arrancadas de Ronaldo Nazario se parecen a las de Maradona, pero Maradona fue el primero.

    A Diego hay que reconocerle varias cosas. Fue más que una estrella en esto de la pelota, fue un símbolo. Un rebelde que decide ir al Nápoles. No al que conocemos ahora, sino a uno que carecía de historia y donde Diego puso su bandera y su reinado. Genio y figura. Maradona siempre sorprendía. No habrá otro, porque su imaginación con la pelota, su liderazgo y su simbología en una Argentina que necesitaba un salvador, son demasiados factores a repetir, demasiadas coincidencias. Por eso no habrá otro.

    Para ser honrado también pienso que nadie se le ha acercado en el toque del balón. Por momentos parecía que fuera una parte de su cuerpo que se prolongara, que él mismo sintiera. Un elegido. Y quizá por eso masacrado por los que más lo querían. Le repitieron tanto que era Dios, que no le hicieron ningún favor, lo elevaron tanto, que los pies dejan de sentir que es ser mortal, y todos los somos aquí abajo. Maradona no vivió sesenta años, más bien parece que hubiera vivido doscientos. Descanse en paz Diego. Espero que disfrute allí arriba lo mismo al menos que disfrutó la gente viéndolo jugar.

    

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