Carta de despedida

Me gustaría comenzar esta carta pidiendo disculpas por tutearte, en lugar de hablarle de usted. Y no es porque no te tenga respeto. De hecho te lo tengo y en un alto grado. Más bien es por la relación de cercanía. Soy consciente de que nunca nos vimos en persona, ni hablamos, ni jugamos juntos...pero la relación era cercana porque has sido uno de mis grandes ídolos. Si Kobe, yo jugaba con el ocho por tí.


Corría el año 1997 o 1998, no consigo recordarlo bien. Yo había abandonado el balonmano para jugar al baloncesto y en aquellos años había un chaval con el número ocho que me enloquecía con sus reversos en la pista, que rápidamente intenté imitar en mi juego. Es curioso porque mi otro gran ídolo, Michael Jordan, aún jugaba y sin embargo Bryant debió llamar en mi mucho la atención para que ya entonces quisiera parecerme a él. Lo que vino después fue sencillamente grandioso, nada más y nada menos que cinco anillos.

Por eso esta carta se me hace difícil. Porque hay mucho de personal en ella. Analizar a Kobe es sencillo. Creo que por estilo, forma, carácter y calidad es el único que se ha acercado a Jordan, pero es que además tiene esa particularidad de que con Bryant sólo piensas en los Lakers, porque fue jugador de una sola franquicia. Su duo con Shaquille fue complicado pero pasará a la historia y más cercano tenemos el formado con Pau Gasol que le dio a los angelinos dos títulos que parecían inesperados.

A destacar: cinco veces campeón de la NBA, campeón olímpico, cuarto máximo anotador de la historia de la NBA, dieciocho veces All-Star, etc, etc... En fin, la Mamba Negra deja un vacío enorme en el mundo del baloncesto y el del deporte. Pero sobretodo en el corazón de miles de aficionados que disfrutaron con un jugador monumental en todas las facetas del juago. Goodbye Kobe. DEP.

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